Saltar por la ventana

martes, 12 de enero de 2010


Confieso haber estado domesticada por largo tiempo, atrapada por el trasero en una relación con un hombre tan sensual como considerado. Las estabilidad tiene sus desventajas y no hay necesidad de decirles, precisamente a ustedes, queridos lectores, que en este período me olvidé de mis obligaciones con mi blog. Lo más cruel es la comezón. Entre las fronteras de una vida armoniosa y gratificante había algo que no parecía estar bien, y entonces ocurrió que tuve que sabotear mi paraíso. Tirarlo por la ventana para ver si se rompía y descubrir entonces que sí era verdadero.
Le dije que saldría con una amiga. Por supuesto no preguntó ni con que amiga ni a donde iría. No sé si es virtud o defecto en los hombres no hacer preguntas cuyas respuestas no están dispuestos a escuchar. Julieta es una amiga de aventuras. Nunca tomaría un café con ella pero ha estado ahí en mis peores borracheras. Físicamente, no es que me guste, sino que es posible recorrer en ella laberintos emocionantes y lo mismo funciona para recoger chicos en los bares que para consolarnos juntas ni se diera el caso de que la pesca nocturna no fuera tan buena. Hay personas con las que no tienes secretos porque los secretos no son relevantes. Julieta es de esas.
También es contadora y trabaja en un despacho que a falta de eficiencia gana sus clientes con relaciones púlbicas. Eso le conviene mucho, ella prefiere la cama que el escritorio. Me llamó para ayudarla a pasear por la ciudad a un par de cuentas en pantalones de vestir. Se trataba de dos señores, con sendos bigotes y sendos anillos dorados en los dedos. ¿Quién soy yo para juzgarlos? De todas formas, los bigotes y los anillos de matrimonio me dan un poco de asco. Julieta planeo la noche, es experta y sabe que lo primero es elegir un restaurante suficientemente caro. Ella dice que cuando los hombres pagan mucho de cuenta, se sienten obligados a hacer que su inversión dure mucho tiempo. Remedio prepagado contra la eyaculación precoz, lo llama ella.
El punto es que fue cena, aburrida. Bailar salsa, poco tiempo y terminar entrada la madrugada los cuatro en una habitación de la Colonia Doctores. Eso me encanta, el estilo decadente, el negocio cerrado bajo la tenue luz de la perversión. Dos machos que se comportan como tales y dos hembras reduciendo el mundo entero a su mínima expresión. Cada pareja en una cama encontrando en la otra su reflejo y yo que me pierdo en los ojos de Julieta, en sus jadeos, en su mirada perdida en mis ojos.
A media sesión quisieron intercambiar y las niñas nos pasamos de un lugar a otro. En el camino nos encontramos para besarnos. Ellos se masturbaban y estiraban para tocar. Sentí una manos brusca entre las piernas y me acerqué como novata al orgasmo. Fui con el dueño de la mano y me lo comí mientras el tocaba mi sexo cada vez más mojado. Le puse un condón con la boca, y me arrodillé de espaldas a él para que me tomara desde atrás. Recuerdo entre tinieblas la lengua de Julieta sobre mis labios mientras me venía.
De camino a casa hablé poco. Julieta me contó que sus clientes opinaron que su amiga era medio mamona. Pensé: a ese tipo le chupan el culo y luego se queja de que una mujer es mamona. No tiene sentido, pero son así las fuerzas básicas.

(Imagen: Peter Fendi)

DP

jueves, 15 de octubre de 2009

Ellos son mejores amigos desde hace veinte años, y conmigo nunca habían hablado de sexo. Por eso no sé cómo o porqué se les ocurrió proponerme a mí el trato. Todos emitimos señales que ni nosotros mismos somos capaces de percibir. Me pidieron que hiciera un trío con ellos. Mi primera reacción fue de risa, porque me enterneció que dos hombres que se quieren desde hace tanto tiempo necesiten de una mujer en medio para liberar la tensión sexual que han estado acumulando desde la pubertad. Me sentí una especie de condón anti homosexualidad. Si uno está abajo y el otro arriba, nadie puede acusar su hombría porque entre ellos estoy yo. Por otro lado, los dos me gustan mucho, y los trios me encantan. Acepté y quedamos en casa de Uno, en la Colonia Narvarte. Me trataron como reina y no se atrevían a proponer el inició. Cuando la cosa amenazó con cancelarse por aburrimiento cortés, me decidí. Me desnude, me acosté sobre la mesa del comedor y pregunté:
-¿Quien empieza?
Uno y Dos empezaron juntos. Empezó Uno por la boca y Dos por abajo. Luego, Uno quizo bajar a chuparme la concha y Dos se quitó para no estorbar. Me manosearon todo lo que quisieron, y cada vez que sus pieles coincidían, alguno de los dos se retiraba pronto. Su indecisión me calentaba más. Finalmente, me lo pidieron.
-¿Estás de humor como para una DP?
Fingí.
-¿Qué es eso?
Dos controló su ataque de pudor y me explicó en los términos más didácticos que se encontró:
-Yo te penetro por adelante, y él por atrás.
Me moría de ganas. Sudaba y escurría de todos lados. Sólo pregunté si tenían condones. Una dotación para un año. Primero Dos se acostó bocarriba. Le puse el preservativo con la boca y lo monté. Abrí las piernas lo más que pude, y aproveché la cercanía para que su lengua se metiera en mi garganta. Ahora sentí los dedos de Uno con lubricánte cerca de mi culo. Todavía no lo tocaba y yo ya no podía más. Una verga grande adentro y la promesa de un dedo cerca del ano es más de lo que cualquiera tendría que aguantar. Después lo lubricó y percibí por sus movimientos cómo se masturbaba.
Poco a poco empezó a entrar. Los miembros se tocaban y mi interior era una pared que los separaba. Estuve gritando mucho, eso los excitaba más, y más me empujaban con la pelvis. Me vine tres veces en esa posición. Así que para cuando ellos terminaron, yo ya estaba muy cansada como para pedirles mi última maldad. Quería que los dos me mamaran el coño al mismo tiempo. Pero eso tendrá que esperar hasta otra ocasión. (Imagen: Ilustración del Kamasutra)
 
Sombra, saliva y sexo. Citrus Pink Blogger Theme Design By LawnyDesignz Powered by Blogger